Aunque las grandes empresas del Japón de los años 80 han sido superadas por competidores de Corea del Sur y China, Japón sigue siendo una de las principales economías del planeta. En efecto, en el informe de competitividad global correspondiente al año 2015-2016, ocupó el lugar número 6 en la clasificación mundial, gracias en buena medida al nivel de eficiencia y sofisticación en su forma de hacer negocios y a los procesos de producción únicos que emplean sus empresas. Parte del éxito de las empresas niponas ha radicado en saber promover el trabajo en equipo, de manera que los empleados y los altos directivos se integran de forma armónica en el trabajo por el logro de los objetivos empresariales. En ello ha jugado un gran papel la correcta combinación de disciplina, apoyo mutuo, colaboración y esfuerzo individual, todo sustentado en una filosofía corporativa que promueve determinados valores y que fomenta la identificación del empleado con la organización empresarial. Todo esto lo explica este texto, que parte del punto más alto que alcanzara el "milagro japonés" en la década de los 80, y en el que ciertamente influyó el esfuerzo colaborativo desplegado no solo en el plano intraorganizacional, sino también en el nivel interempresarial (entre las grandes corporaciones y sus pequeñas empresas proveedoras), así como entre el sector privado y el propio Estado, pues este asumió como uno de sus fines el desarrollo y la expansión de las empresas privadas nacionales, lo que le permitió contribuir de manera decisiva en el fortalecimiento y crecimiento del comercio y la inversión privada.